LA COSA MÁS IMPORTANTE DE LAS MENOS IMPORTANTES
¿Es importante el fútbol? Es la
pregunta que surge al vuelo ahora ante el inicio de la Copa del Mundo que, en esta ocasión, se celebra en un país (aparentemente) alucinante del Medio Oriente, como lo es Qatar.
He leído algunos comentarios de amigos y colegas que sentencian que este mundial está envuelto en la polémica desde sus orígenes, cuando fue asignado entre acusaciones de corrupción y favoritismos, pues existe la creencia de que los multimillonarios jeques de ese país árabe sobornaron a los dirigentes de la FIFA para obtener la sede de esta competencia deportiva que se realiza cada 4 años.
Otros, mencionan que es una vergüenza que el mundial de fútbol, que concentra a 32 selecciones, se realice en un país con un régimen totalitario que no respeta los derechos humanos de las mujeres, de las minorías y de los homosexuales. Un país donde, en pleno Siglo XXI, se discrimina y se ponen en práctica formas semi esclavistas de trabajo.
Por otra parte, se critica que el negocio y las grandes corporaciones comerciales se hayan apoderado del fútbol y que todo lo hayan mercantilizado a costillas de la belleza mítica de este popular deporte que se practica en todo el mundo. Se cuestiona que el capitalismo ha construido ídolos de barro y entronizado personas que no asumen con responsabilidad el poder de su fama, que influye en cientos y hasta en millones de jóvenes alrededor del mundo.
Todo lo anterior es cierto y sostengo que no podemos sustraernos del mundo y de sus trampas, pero eso no quiere decir que debamos encerrarnos en 4 paredes como anacoretas y dejar de disfrutar de este magnífico deporte, ni dejar de reconocer el esfuerzo de los atletas que, con disciplina y tesón, se han preparado por años para competir y representar a su país.
Tampoco podemos pasar por alto que este tipo de eventos son una oportunidad para hermanar a los pueblos, poner una tregua a las guerras y revivir el “espíritu deportivo”. También, es cierto que muchos adolescentes se interesarán en este deporte y querrán emular a sus ídolos. Alrededor del mundo es mayor en bien que el mal que puede generar y, todavía, tengo fe que muchos jóvenes se alejarán de los malos pasos y de las drogas gracias a las hazañas deportivas que presenciaremos en esta justa mundial. También, tengo esperanza de que los chamacos dejen el celular y las tabletas electrónicas por un buen rato y se sientan animados a salir a la calle o a la cancha a patear un balón.
Seguir los partidos del Mundial de Qatar no nos convierte en cómplices del gobierno totalitario de ese país, ni nos debe alejar de la lucha por el respeto a los derechos humanos, sino por el contrario, debe ser la oportunidad para interesar a nuestros hijos y nietos en esos temas aprovechando que estarán atentos siguiendo los juegos de las diversas selecciones nacionales. Quizá debamos tener este mundial como el pretexto perfecto para tomar un mapamundi y hacerlos interesarse en la geografía política, cultural y social de los participantes y adentrarlos en la conversación inteligente y constructiva y no solamente condenar lo malo.
Y no olvidemos, estos días, aquella frase del magnífico jugador y pensador argentino, Jorge Valdano, quien sabiamente sentenció: “el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”.
Lo dejo de tarea.
