POR CARLOS LIZARRAGA GONZÁLEZ

Anoche, Yucatán vapuleó a los Diablos 15 a 8. Eso es muy importante pues se logró el primer objetivo: ganar en la capital por lo menos 1 juego. Lástima. Pudieron haber sido 2 pero las malas decisiones hicieron a los Leones perder el primero.

Un juego que aparentemente ya tenían en la bolsa.
Pero el béisbol es un juego exacto. No hay márgen de error físico o mental. Da y quita. Y castiga. Es un juego que se gana con estrategia y se pierde cuando nadie lo espera. Castiga y dolorosamente.

Pero anoche sucedió algo que nos puede beneficiar: los Diablos demostraron que no son tan diablos y que se les puede ganar. Tienen bateadores de poder pero un deficiente cuerpo de pitcheo sobre todo su bullpén. Y en el Kukulcan domina el pitcheo.

Los bateadores fueron dominados por el excelente trabajo del pitcheo melenudo. Alex Tovalín estuvo excelente. Volvió a ser el Tovalín que la afición esperaba. En el primer juego dejó con escón de ponchados la mesa puesta para que todo lo tirara por la borda Jorge Rondón.

Un lanzador que utilizan como cerrador pero que cada vez que lanza nos pone a temblar y a rezar pues su descontrol y su miedo son evidentes. Yucatán tendrá que prescindir de sus servicios como lo hizo con Severino.

Yucatán tiene todo para coronarse como campeón del sur por tercera vez consecutiva. Anoche demostró ser un trabuco. Un equipo más completo que Diablos. Le quitó el disfraz de invencibles y los humilló en su propio terreno. Todos los Leones batearon de hit mientras que los bateadores de los Diablos iban desfilando y comiendo de la mano de los pitchers de los Leones.

En el Kukulcan se espera una serie que sacará chispas.

Se esperan 3 llenos. Qué bueno que será transmitida por televisión. Poco vivirá el que no la vea.

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