InicioColumna“La Plaza Grande” de Mérida, en la Mérida que se nos fue…

“La Plaza Grande” de Mérida, en la Mérida que se nos fue…

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Por Sergio Grosjean

La popularmente conocida como la “plaza grande”, Francisco de Montejo la llamó “Plaza de las Armas”, a la que posteriormente se le cambió de nombre por el de “Plaza de la Constitución”, en distinción a la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812, nombre que llevó hasta 1821 cuando se le denominó “Plaza de la Independencia” tal y como se le nombra de manera oficial en el presente.

Se dice que hubo en el sitio una placa que donó doña María Roo, madre del ilustre Andrés Quintana Roo, las cuales fueron manufacturadas en letras de oro, hecho que sucedió cuando se le impuso el segundo nombre, siendo que en caso de ser cierta esa información, no sabemos quién, cuándo y dónde concluyó su destino.

Este espacio ha tenido varias transformaciones a lo largo de los siglos, ya que en el centro de esta plaza existió un quiosco que por una u otra razón fue retirado, y hoy, solo ornamenta el lugar un modesto, por no decir sombrío asta bandera. Hasta ahora, no me explico cómo no ha visto la luz un alcalde o alcaldesa -durante este siglo y gran parte del pasado- que se proponga embellecer esta deprimente área que simplemente es utilizada para izar la bandera, y para que unos gritones apoderados de un megáfono utilicen este valioso espacio como escenario para anunciar “el fin del mundo”.

Considero necesario renovar esta plaza, y una sugerencia, como en ocasiones anteriores lo he hecho, se podría construir una monumental fuente, ya que sería una obra que podrían ejecutar con maestría artesanos locales y con materiales de nuestra región. El asta bandera también podría estar, por supuesto. Además, sería una excelente forma de promover las virtudes nuestros maestros canteros. Sin embargo, algunos despistados opinaron que mi brújula estaba imantada cuando leyeron mi sugerencia en un rotativo local, ya que opinaron que era inconcebible pensar en instalar una fuente allá pues nunca había habido una, y lo único que expuse ante tales expresiones es que el único impedimento para esta acción podría ser el INAH y la obtusa visión de los alcaldes.

Pero para los que me llamaron despistado, les informo que durante el siglo XIX hubo una fuente en ese lugar. La historiadora Carmen Marín ubicó un interesante dato en un diario publicado en 1872, en el que cita textualmente.

“En la plaza de armas, una fuente que se provee de agua con la fuerza de un vapor. Bancas de fierro colocadas en las calles centrales de la plaza…”

Sin embargo y a diferencia del presente, no solo la “plaza grande” llegó a poseer una fuente, ya que también la tuvo el parque de Santa Lucía, el conocido parque “Hidalgo” -oficialmente “Cepeda Peraza”- que también tuvo una bella fuente que importaron de Europa antes que se erigiera el monumento del general Manuel Cepeda Peraza.

No sabemos la fecha en la que esta fuente es retirada de “plaza grande”, y su lugar lo ocupa un quiosco que se desmanteló entre los años de 1916 y 1917 por considerarse antiestético, planeando en su lugar instalar una imponente y monumental fuente . Pero como no hubo dinero se pospuso el proyecto, y concluyó prácticamente como actualmente lo vemos.

Hoy, la antigua fuente que se ubicaba en la “plaza grande” se ubica en el parque de “San Juan” y es llamada como “La negrita”, ya que se le pintó de color negro, y es por ello que la gente la denomina de esa manera, siendo que de rasgos de personas afrodescendientes no tiene algo, sino todo lo contrario, ya que según se aprecia tiene una fisonomía anglosajona.

Otra de las afectaciones que ha tenido la plaza desde el punto de vista estético es que en el año de 1904 el ayuntamiento eliminó la bella verja que rodeaba el parque, misma que se presume fue construida con el metal de las armas que se fundieron durante la guerra de castas.

De igual forma, la antigua reja de la catedral de Mérida que se instaló para la visita de la emperatriz Carlota en 1865 fue desmantelada en 1915. Hace algunos años se instaló una similar pero evidentemente de menor calidad, ya que a las pocas semanas en varias áreas se rompieron. Las rejas originales están instaladas en el presente en algunas casas como la ubicada en la esquina del cabrío en la 73a con 36 y otra en la calle 72 con 43 del centro.

Finalmente, gran parte de las rejas que se retiraron en el año 1904 de la “plaza grande”, por alguna razón que desconozco se guardaron en un rincón de la “casa de la cristiandad”, las cuales fueron desmanteladas por algunos aspirantes de anticuarios de aquel entonces y las rompieron hasta dejarlas en pedacitos y usadas como picaporte entre otros. Por fortuna, nuestro ilustre amigo “Palillo” Segura Medina (+) logró rescatar de una chatarrería algunas y me las obsequió, las cuales restauramos y preservo hasta el día que pueda ser donada o dada en comodato a algún museo. Sergio Grosjean Abimerhi 11/01/2022

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