Existe una esquina meridana que posiblemente sea de las más antiguas como se le menciona y me refiero a nada más y nada menos que al de “Las monjas”, la cual, también citamos en nuestro nuevo libro “Calles, esquinas y arcos de Mérida”.

Este nombre ubicado en la confluencia se las calles 64 con 63 surge debido al convento de las monjas concepcionistas que se ubicaba en los cruzamientos de las calles 64 y 66ª de oriente a poniente y la 63 y 61 de sur a norte, pero específicamente en la esquina citada se ubica el templo. Dichas religiosas tomaron posesión del convento recién concluido el 22 de junio de 1596.

Siglos más adelante se expropia en la época del presidente Juárez y siendo el 12 de octubre de 1867, día de la expulsión de las religiosas concepcionistas, se dice que el coronel don Matías de la Cámara, a impulsos de fobia clerical llegó al extremo de situarse en la puerta del convento, y armado de un fuerte se dedicó a injuriar a las religiosas que iban saliendo, amenazándolas con azotarlas si no se marchaban pronto.

Sin embargo, la reverenda madre abadesa y las 19 religiosas expresaron “sólo dejamos de ocupar este recinto por la fuerza” y reiteraban sus protestas hechas al gobernador días antes. Aduciendo que:

“estando en este monasterio por nuestra propia voluntad, y que libre y espontáneamente hemos elegido este modo de vivir sujetándonos a la regla que profesamos”…

Se dice que la última persona en abandonar el convento fue Sor Epifanía Sierra, hermana de don Justo Sierra Méndez y junto con ella salieron muchas niñas que entonces educaban y criadas que en total eran 300, además de 35 ancianas que vivían en el convento.

Casi todas las monjas eran mayores de edad, y muchas de ellas enfermas.

Molina nos redacta una curiosa anécdota de la que podemos deslucir lo queridas que fueron las monjas por un determinado sector de la sociedad meridana, y dice lo siguiente:

“Mientras tanto la calle colmada de curiosos, la banda republicana de música militar, ejecutaba marchas y otros marciales aires. Una vez terminada la exclaustración, insatisfecho el coronel, penetró montado a caballo en el templo anexo de las monjas y dirigiéndose al presbiterio, tuvo la osadía de encender su cigarro con la lámpara del santísimo sacramento.

Ya satisfecho retornó a su casa donde le esperaba una “grata” sorpresa: su madre Doña Asunción Sosa, enérgica mujer y piadosa cristiana de tradición, quien acababa de enterarse de las hazañas de su hijo en aquella mañana.

Después de echarle en cara amargamente su vergonzosa conducta, ordeno a dos fornidos mozos de su servidumbre sujetar firmemente al coronel, a quien sin miramiento alguno, propinó ella misma, soberana paliza que el milite- en plena adultez- hubo de recibir con charreteras, espada, espuela y todo.

¡Mentecato!- gritaba doña “chona” ¡conque “chicoteaste” a las madres!… ¡Pues ahora te “Chicotéo” yo a tí !…”

El 20 de octubre de 1867 el Ayuntamiento comenzó la demolición de una parte del convento, por la cual pasaría la actual calle 66, la cual se denominó “la calle Juárez”. Tras la lotificación y apertura de la calle nueva el enorme solar del antiguo convento quedó dividido en 2 manzanas divididas por la calle 66 entre 61 y 63.

Finalmente, esta es una bella vista desde el mirador del templo ubicado en el angulo de las calles 63 y 64 -único por cierto en su tipo-, el cual hasta ahora no me explico porqué no lo abren al público ya que se podría pagar una cuota de recuperación para darle mantenimiento a esta icónica edificación. Al fondo se observa la torre del ayuntamiento y más atrás las de la catedral. Feliz domingo